jueves, 30 de abril de 2009

RELATO GANADOR CERTAMEN LITERARIO 2009 CATEGORIA INFANTIL

El perro que tocaba Rock and Roll
¿Qué dirías si vieras a un perro paseando por la calle, de repente se sitúa frente a ti, se pone una chaqueta de cuero, una gorra y unas gafas de sol, saca una guitarra y empezara a rockanrolear enfrente de tus narices, como si nada? Pues bueno, esta es la historia que os quiero contar, aunque, antes de nada, me gustaría hacer una breve presentación:
Me llamo Tim, actualmente tengo 63 años, mi color favorito es el rojo, mi estación favorita es el verano, mi comida favorita es la tortilla de patata, mi raza es hunski siberiano, mi canción favorita es “El cochecito leré” y soy el fan número uno de Tintín y Rex. Bueno, creo que ya nos vamos conociendo un poquito, ¿no?

Ahora, si quieres, empezaré mi historia: Era un día soleado e iba paseando por la calle M. A. Asturias (claro que yo era un perro callejero de 18 años en aquellos tiempos), cuando de repente veo enfrente de mi una perrita mas o menos de mi edad, blanca, de mi raza y con una cara que parecía que la hubieran tallado milímetro a milímetro por el mayor esculpidor del mundo. Llevaba la ropa de perro más moderna y cara que había visto en mi vida. Si fueras un perro (si es que no lo eres) te habrías enamorado de ella al instante como me pasó a mi. Había visto el amor de mi vida y no podía desaprovechar aquella oportunidad. Me acerqué a ella para entablar una pequeña conversación:
- Buenos días –le dije
- Hola, señor –me respondió cordialmente.
- ¿Qué le trae por estas calles?
- Iba paseando, como siempre, pues soy una perra callejera.
- Pe...pero, entonces, ¿cómo consigue tener una ropa tan moderna y cara?
- Que sea una perra callejera no significa que no pueda ir arreglada.
- Estoy verdaderamente asombrado –le respondí.
- ¿Disculpe, qué quería? –me preguntó.
- Bueno, pues...si...podríamos...mmm...quedar...para... ¡continuar esta conversación! –se me ocurrió por fin.
- Diríjase a esta dirección y hablaremos más tranquilamente, tengo prisa –me dijo mientras me daba un papel con una dirección en la que ponía lo siguiente: Calle Somorrostro, el árbol mas grueso y viejo. Toque fuerte siete veces el tronco y a continuación ladre el aullido perruno. Después de eso saldré a atenderle. Fdo: Lola.

Cuando ya había leído la nota y la había guardado en mi abundante pelo, de repente por la esquina salió un coche con unas luces azules y rojas y con un sonido muy desagradable y sonoro.
- Me tengo que ir, ¡adiós! –y se fue corriendo calle abajo dejándome a mi con la palabra en la boca.

Cuando ya se había perdido de vista la oí gritar: ¡¡¡¡VIVA EL ROCK AND ROLL!!!! Naturalmente eso quería decir que le gustaba el rock and roll, así que si quería conquistarla tenía que aprender a tocar ese tipo de música, fuese como fuese. Decidí recopilar todo lo que necesitaría para tocar rock and roll: unas gafas de sol, una chaqueta de cuero, una gorra y, sobre todo, una guitarra. Ahora la cuestión es, ¿dónde conseguiré todo eso? Tenía que encontrarlo como fuera, así que tenía tres opciones: la primera: ir a una tienda o casa y robarlo. La segunda: fabricar todo yo mismo. La tercera: ganarlo todo honradamente dirigiéndome a una tienda. Me equivoqué al elegir, pues elegí la tercera. Para empezar quise conseguir las gafas de sol así que me fui a visionlab donde seguro que encontraría unas buenas gafas. Fue desastroso: primero me acerqué a una dependienta para preguntarle donde estaban las gafas de sol, y lo único que me respondió fue esto:
- ¡Seguridad, seguridad! Un perro callejero no para de ladrarme, ¡y tiene la rabia! –a lo que yo le grité:
- ¡Un respeto señora, por favor! –claro que lo único que hice fue empeorar las cosas.
- ¡¡¡Aaaaagggghhhh!!! ¡Socorro! –gritó ella

Entonces llegaron dos hombres con un caza mariposas (¡que ridículo!) y me persiguieron por toda la tienda. Corrí hasta más no poder, y, cuando estaba casi en la puerta, me acordé de algo: ¡las gafas! Vuelta a empezar: corrí buscando durante diez minutos la zona de gafas de sol, hasta que por fin la encontré, cogí unas gafas negras y volví hacia la puerta. Pasé por entre las piernas de la dependienta, que gritó mucho más fuerte (¡casi me deja sordo!). Cuando salí de la tienda vi que ahora me perseguía una furgoneta con imágenes de perros por todas partes.
- ¡Genial! La perrera –exclamé sarcásticamente

Me persiguieron durante dos horas, hasta que me metí en un callejón oscuro, me escondí en un cubo de basura, y esperé hasta el siguiente día. Al menos ahora tenía las gafas, y un refugio con comida, bebida y donde poder dormir. Me desperté muy cansado al siguiente día, pero con ánimos de seguir buscando mis objetos. Según mi lista, ahora tenía que conseguir la chaqueta de cuero, que compraré a la vez que la gorra, en la misma tienda. Me decidí por ir a H&M, la tienda de ropa más cercana a mi escondite. Cuando llegué determiné que debía realizar una acción diferente a la del otro día. Me acerqué a un maniquí con una chaqueta de cuero y una gorra negra, lo que necesitaba. Lo primero que se me ocurrió fue tirar el maniquí al suelo, sin que me viera nadie saqué la ropa del muñeco y después empecé a ladrar (no demasiado fuerte) para que me oyera la dependienta. Como era de esperar, una chica menuda y huesuda se acercó hacia el maniquí que repostaba en el suelo, y se agachó para cogerlo, mientras murmuraba: “maldito perro”. Mi plan era que cuando se agachara, cogería la ropa rápidamente sin que ni siquiera pudiera saber de que raza soy, pero, como en la otra tienda, perdí los estribos a la primera por su insolencia, y lo que hice fue demencial: nada mas y nada menos que morderle el culo. Inmediatamente pasó lo mismo que en la tienda de gafas, solo que esta vez venían ocho hombres, y no con caza mariposas, si no con escopetas de dardos tranquilizantes. Después de coger la chaqueta y la gorra, velozmente emprendí mi huida. Varias personas fueron alcanzadas por los dardos, que se durmieron profundamente. Salí de la tienda y no encontraba ningún lugar donde esconderme, así que me dirigí hacia la dirección que me dio mi (futura) novia, Lola.

Llegué al tronco más viejo y grueso que vi, seguí las instrucciones que figuraban en el papel, y a continuación, por el agujero del suelo salió Lola. Me dijo que entrara, cosa que yo estaba deseando que ocurriera. Su casa era increíble: una cocina de lujo, cuarenta y tres dormitorios, nueve spas, dieciséis lavabos, tres salas de música, cinco salas de juegos, quince salones de invitados y otras quince salas de estar, ocho invernaderos, y, quince comedores, y, por último, el almacén de comida de ochenta y cinco metros cuadrados. No pude abrir la boca del asombro hasta que me condujo hacia su sala favorita de estar. En ese momento, armándome de valor le dije lo que quería decirle desde hace mucho tiempo:
- Me preguntaba...si....querrías... ¡si querrías salir conmigo! –dije simple y llanamente.
- ¿Cuánto dinero tienes?
- No tengo dinero
- Paso. Necesito alguien rico –respondió rompiéndome el corazón; aunque, por pudor, no derramé las lagrimas que contenía.
- Soy un perro callejero, ¡no puedo tener mucho dinero!, pero, la cuestión es, ¿cómo puedes tener tú tanto dinero?
- Mira guapo, vete enterándote de una cosa: soy una delincuente; vendo armas y drogas al contrabando, robo bancos, examino y localizo el paradero de los enemigos de otros criminales... así, gano una pasta.

No podía creérmelo: ¡Me había enamorado de una criminal! Rápidamente salí de la mansión a toda velocidad, sorteé por entre la gente, los animales y plantas que había por el camino mientras me perseguía la perrera. Encontré un jardín, me metí y me escondí en unos arbustos. Cuando ya se habían perdido de vista mis perseguidores, salió por la puerta de la casa un hombre anciano, que, sin duda, parecía bastante amigable. Sabía que él era mi única esperanza, por lo que me acerqué y le hablé con esperanzas de que me entendiera.
- ¡Por favor señor ayúdeme!, me había enamorado de una perra llamada Lola que le gustaba el rock and roll, así que intenté conseguir los elementos que se necesitan; pero tuve tantos tropiezos con la ley, que no pude conseguir la guitarra y no encontraba ningún escondite así que fui a su hogar, que es una mansión que ha conseguido ganar con dinero que ganaba robando bancos, vendiendo drogas y armas... ¡Necesitó ayuda! –dije entre sollozos.
- Te intentaré ayudar. Por cierto, ¿cómo te llamas?
- ¿Me...ha...entendido...lo...que...le...he...dicho?
- Por supuesto; soy el único hombre del mundo que puede hablar con los animales, pero nadie me cree, y a poca gente le gusta estar conmigo. Piensan que soy un chiflado.
- Pues que sepa que a mi usted me parece que es de lo más gentil y amable.
- Muchísimas gracias. Y ahora, ¿puede decirme su nombre por favor?
- Por supuesto. Me llamo Tim, ¿y usted?
- Yo me llamo Antonio. Encantado
- Igualmente.
- Bueno, ¿y que es lo que querías?
- Una guitarra eléctrica, librarme de la perrera y conseguir un hogar.
- Te puedo conseguir lo que me pides. Soy fabricante de instrumentos musicales, y me gustaría tener un animal de compañía, si quieres, claro.
- ¡Me encantaría, muchas gracias!
- En el sótano tengo guitarras eléctricas, ¿quieres venir a elegir una?
- Vale.
Entré en la casa y bajé por las escaleras hasta llegar al sótano. Había un montón de guitarras: rojas, moradas, azules marino, verdes, potentes, suaves... Elegí la roja (mi color preferido) y potente. Subimos a la primera planta de la casa a probar la guitarra, ¡y la tocaba genial, como un experto! Luego Antonio se fue a la comisaría a defenderme y a denunciar a Lola. Dijo que tardaría alrededor de tres horas en llegar a casa, que no abriera a nadie y que le diera el papel de la dirección de Lola. Cuando llegó, no trajo mas que buenas noticias. Dijo que había revelado mis habilidades con la guitarra, y que una agencia de músicos quería ver mi talento. Por supuesto que accedí a ir, y, aunque no lo creáis, unos perros y yo ahora (en el 2061), hemos sido los sucesores de los Rolling Stones. Ahora vivo en casa de Antonio, que me trajo alguien mucho mejor que Lola, (que está en la perrera). Mi novia desde ya hace 45 años se llama Luna, hemos tenido hijos, y creo que es la mejor vida que alguien pueda desear.